Esta obra que el lector tiene entre sus manos nos recuerda el poder que tienen algunas personas para modificar los renglones de la historia. Y es que, de alguna forma, la muerte violenta de líderes políticos, religiosos o sociales desencadena un cambio radical en el escaparate político, social y cultural de una nación, o incluso del mundo entero. Estos crímenes nos recuerdan no solo la fragilidad de la paz y la democracia, sino también que la historia no es en absoluto un proceso determinista, pues está sujeta a la contingencia y el azar. Si César no hubiera sido asesinado, es posible que la República hubiera continuado existiendo durante más tiempo y, quién sabe, tal vez nunca hubiese surgido el Imperio romano. ¿El movimiento por los derechos civiles habría sido igual sin el homicidio de Martin Luther King? ¿Sin el atentado contra el archiduque Francisco Fernando se podría haber evitado la Primera Guerra Mundial? ¿Cómo sería actualmente el Estado de Israel sin el abatimiento de Isaac Rabin por parte de un extremista judío? Pedro Gargantilla no proporciona las respuestas a ninguno de estos interrogantes, pero invita a reflexionar sobre lo azaroso de los cambios históricos gracias a un ameno y riguroso análisis de las claves alrededor de la muerte de más de una treintena de iconos del pasado.
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